Este 2 de abril se conmemora el Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo con el lema “Somos infinitos”. El objetivo de este año es visibilizar la diversidad dentro del espectro autista y fomentar la inclusión desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Más allá de un diagnóstico, se trata de reconocer a cada persona en su individualidad.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 1 de cada 100 niños en el mundo presenta alguna condición dentro del espectro autista. En México, el dato es cercano: 1 de cada 115 niños, según Emmanuel Sarmiento Hernández, presidente de la Asociación Mexicana de Psiquiatría Infantil.
“El autismo forma parte de los trastornos del neurodesarrollo”, explicó el especialista. Desde 2013, con la actualización del manual diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría, se agrupan bajo el nombre Trastorno del Espectro Autista (TEA) lo que antes se conocía como autismo típico, atípico y trastorno de Asperger.
¿Cómo reconocer señales del espectro autista?
El TEA no se detecta mediante análisis clínicos o de laboratorio. Su diagnóstico es clínico, con base en observaciones y evaluación de comportamientos. Sarmiento Hernández señala que, aunque los casos parecen haber aumentado, en realidad ahora hay más diagnósticos gracias a una mayor conciencia.
Algunas señales que pueden observar padres y docentes incluyen:
- Retraso en el desarrollo del lenguaje: palabras como “mamá” o “agua” pueden tardar en aparecer.
- Escaso interés por compartir emociones como sonrisas o llanto.
- Dificultades para comunicar emociones mediante gestos, postura o expresión facial.
- Problemas para socializar con otros niños o personas, incluso cercanas.
- En ciertos casos, pueden presentarse conductas agresivas o autoagresivas, muchas veces ligadas a la frustración por no lograr comunicarse.
El TEA es una condición de por vida. No tiene cura, pero sí requiere un diagnóstico temprano, terapias adecuadas y, en algunos casos, acompañamiento neurológico y farmacológico.
Comprender en lugar de juzgar
A pesar de los avances en el tema, aún existen muchos prejuicios sobre las personas neurodivergentes. Rocío López Fonseca, autora de este reportaje, recuerda que “lo más fácil es juzgar, pero lo importante es comprender”.
Una persona con TEA puede sentirse sobreestimulada con facilidad. Por ejemplo, los sonidos fuertes o el bullicio pueden afectarla más de lo que imaginamos. A diferencia de otras personas, no pueden ignorar el ruido de fondo mientras conversan.
También tienen dificultades para interpretar tonos de voz, gestos faciales y lenguaje figurado. Por eso, es común que no comprendan el sarcasmo, las metáforas o los dobles sentidos.
Lo mejor es comunicarse con claridad y de forma directa. Decir lo que realmente se quiere expresar, sin rodeos ni indirectas, puede hacer una gran diferencia.
Este 2 de abril, el llamado es a ver la neurodiversidad con respeto, empatía y apertura. Porque, como dice el lema, somos infinitos.